jueves, 20 de octubre de 2016

El roble en la Huerta de los Frailes


En la Huerta de los Frailes hay varios ejemplares de robles. El más grande procede de unas semillas recogidas del Real Jardín Botánico de Madrid en 2002, y los otros ejemplares, de plantones silvestres nacidos en el pueblo de Sorihuela de Salamanca, y regalados a la huerta por Hilario Garay. Han agarrado bien. El primero ya ha alcanzado los diez metros de altura.
La riqueza del ecosistema de la comarca es evidente todavía en la Baja Edad Media y hasta finales del siglo XV. Hay descripciones de la época que hablan de abundancia de jabalíes, lobos, osos, ciervos, etc., lo que refleja un medio físico poco alterado donde todavía existen grandes extensiones de tierras vírgenes. Es una zona de muchos manantiales superficiales, abundancia de encinares, algún que otro robledal y alcornocal y el matorral de espino, lentisco, acebuches, fresnedas y zarzales.
La desaparición de la frontera a partir de 1485 con la conquista de Cambil y Alhabar y la consiguiente caída del castillo de Arenas, va a ser el punto de partida de una auténtica fiebre repobladora. La ciudad de Jaén se ha procurado la incorporación de varios cortijos y términos, entre los que estaban los de Cárchel, Carchelejo y Cazalla, y  a comienzos del siglo XVI obtiene permiso de la Corona para repoblar los lugares de Mancha Real, Valdepeñas, Los Villares y Campillo de Arenas, cuyos nuevos pobladores dedicarían todas sus fuerzas a cultivar buena parte de las tierras necesarias para nutrir a una población en incesante aumento. No es hasta 1558 que esta zona no pasa a pertenecer a Cambil e independizarse de ésta en 1696.
Las roturaciones van en aumento y el medio físico comienza a transformarse con el carboneo. Hace falta energía para calentar a más gente, los colonos de Castilla llegan en masa, y los pueblos crecen en población. Tienen que llegar a imponer mediante ordenanzas la prohibición de hacer carbón con los robles y fresnos, permitiendo sólo la encina. Lo cierto es que los robles han desaparecido totalmente de estas sierras, hasta creerse que era un problema de tipo de ecosistema, cuando no era cierto, eran montañas también de robles. Y los fresnos son muy escasos. Lo mismo que con los pinares que se usan, junto al chopo, para la construcción de viviendas.
Hay que intentar volver a reintroducir los robles en el valle del Monasterio, seguramente en las zonas de umbrías y más húmedas. Pero es posible que el roble vuelva a teñir de amarillo nuestro paisaje de otoño.